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¿Qué es la enfermedad arterial periférica?

La enfermedad arterial periférica (PAD) es una condición vascular causada por el estrechamiento o bloqueo de las arterias que llevan sangre a las extremidades, especialmente las piernas. A menudo se debe a la acumulación de placas en las paredes arteriales (aterosclerosis). La PAD reduce el flujo sanguíneo y puede provocar dolor al caminar u otros síntomas, aunque a menudo pasa desapercibida. Su diagnóstico temprano y un manejo adecuado pueden evitar complicaciones graves y mejorar la calidad de vida.

Qué es la enfermedad arterial periférica

La PAD es una afección frecuente que afecta a más de 200 millones de personas en el mundo. En Estados Unidos, se estima que la PAD afecta a aproximadamente 12 millones de adultos mayores de 40 años. Aunque puede presentarse en cualquier persona, el riesgo aumenta con la edad y es mayor en ciertas poblaciones. En la mayoría de los casos, la PAD afecta las arterias de las piernas, la pelvis o los brazos, y su contracción principal es la reducción del flujo sanguíneo a los tejidos periféricos.

Síntomas y causas

Síntomas de PAD

Con frecuencia, el primer indicio de PAD es la molestia en las piernas al realizar actividad física. La incapacidad de las arterias para satisfacer la demanda de sangre de los músculos durante el esfuerzo provoca dolor o molestias. A medida que la enfermedad progresa, pueden aparecer dolor, calambres, entumecimiento o sensación de fatiga en las piernas o los pies incluso en reposo. Sin embargo, muchas personas no presentan síntomas y solo se detecta PAD mediante pruebas de cribado.

  • Molestia en la pierna al activar: dolor, calambres, entumecimiento o sensación de fatiga en las pantorrillas, muslos o glúteos al caminar o subir escaleras. Suele comenzar durante la actividad y cede al detenerse, por lo general dentro de 10 minutos.
  • Molestia en reposo: dolor en reposo que puede describirse como sensación de ardor o dolor profundo en piernas, pies o dedos del pie. A menudo empeora al estar acostado; elevar o colgar la pierna puede aliviarla.
  • Úlceras en los pies o dedos: lesiones en la piel que pueden infectarse y tardar mucho tiempo en sanar.
  • Cambios en la coloración o temperatura de la piel: aparición repentina de coloración morada, verde, negra o muy pálida; piel fría al tacto o sensaciones de hormigueo o entumecimiento, signos que sugieren PAD grave y requieren atención médica urgente.

La ubicación de la molestia en la pierna depende de qué arteria esté estrecha. Por ejemplo:

  • Molestia en la nalga, cadera o muslo: estrechamiento de la aorta abdominal inferior o de las arterias iliacas, que suministran sangre a la pelvis.
  • Molestia en la pantorrilla: estrechamiento de las arterias femorales o poplíteas en la zona de la pierna y la rodilla.

En hombres, la PAD puede asociarse a disfunción eréctil cuando la afectación alcanza la aorta o las arterias ilíacas inferiores.

Causas de PAD

La causa más frecuente de PAD es la aterosclerosis, proceso progresivo en el que se acumulan placas dentro de las paredes arteriales. Estas placas estrechan el lumen, dificultando el paso de la sangre y reduciendo el suministro de oxígeno y nutrientes a los tejidos distales. A veces, las placas tienen una superficie externa dura que puede agrietarse o desprenderse, favoreciendo la formación de coágulos que empeoran aún más el estrechamiento.

Cuando una placa o un coágulo obstruye una arteria, los tejidos a su alrededor pueden verse sometidos a una mayor falta de riego sanguíneo, lo que puede conducir a la muerte de células en las zonas más alejadas de la obstrucción, un fenómeno que se observa con mayor frecuencia en los dedos de los pies.

Si bien la mayor parte de los casos se deben a la aterosclerosis, existen otras condiciones menos frecuentes que pueden limitar el flujo sanguíneo:

  • Vasculitis (inflamación de las arterias) que provoca inflamación y estrechamiento.
  • PAES (síndrome de compresión de arterias poplíteas) por compresión repetida de una arteria detrás de la rodilla.

Factores de riesgo

El riesgo de desarrollar PAD aumenta si existe alguno de los siguientes antecedentes o condiciones de salud:

  • Historial de tabaquismo (fumo actual o pasado)
  • Enfermedad renal crónica
  • Diabetes
  • Hipertensión arterial
  • Colesterol alto o triglicéridos elevados

La evidencia indica que fumar y la diabetes son dos de los factores de riesgo más potentes para PAD. Las personas con estos antecedentes presentan entre dos y cuatro veces más probabilidad de desarrollar PAD que aquellas que no fuman ni tienen diabetes. Si ya existe enfermedad de las arterias coronarias o múltiples factores de riesgo de aterosclerosis, la sospecha de PAD aumenta y se recurre a pruebas de cribado para confirmar el diagnóstico.

Complicaciones de esta condición

Sin tratamiento adecuado, la PAD puede conducir a la perdida de extremidad, especialmente cuando la irrigación sanguínea a los tejidos es severamente reducida y no hay curación de las lesiones. Aunque no todos los pacientes llegan a este extremo, es un riesgo real y se evalúa para preservar la extremidad y la vida.

La PAD suele convivir con otras enfermedades vasculares, como enfermedad de las arterias coronarias y enfermedad cerebrovascular. Estas condiciones no son complicaciones directas de la PAD, pero comparten la causa subyacente común: una mayor acumulación de placas en múltiples arterias del cuerpo. Por ello, el manejo de PAD a menudo incluye estrategias para reducir el riesgo de ataque cardíaco o accidente cerebrovascular.

Diagnóstico y pruebas

Cómo se diagnostica la PAD

El proceso diagnóstico se basa en una entrevista clínica detallada y un examen físico, complementados por pruebas orientadas a medir el flujo sanguíneo y la severidad de la oclusión. El equipo médico preguntará sobre la intensidad, duración y desencadenantes de los síntomas, y buscará signos en los pies y las piernas al examinarlas de forma sistemática.

Las pruebas de diagnóstico habituales incluyen:

  • Índice tobillo-brazo (ITB): comparación de la presión arterial en las extremidades superiores e inferiores para detectar disminuciones del flujo sanguíneo. Es la prueba de cribado más habitual y, a menudo, la primera que se realiza en pacientes con factores de riesgo o síntomas compatibles.
  • Ecodoppler vascular: ultrasonido que mide la velocidad de la sangre a través de las arterias y puede indicar estrechamientos incluso cuando otras pruebas son normalizadas.
  • Registro de volumen de pulso (PVR, por sus siglas en inglés): mide la cantidad de sangre que llega a las extremidades para evaluar el flujo sanguíneo.
  • Angio-TC o angiografía por tomografía computarizada: imágenes detalladas de los vasos para identificar estrechamientos o bloqueos.
  • Angiografía por resonancia magnética (MRA): proporciona visualización de la anatomía y el grado de estrechamiento arterial sin necesidad de rayos X.

Etapas de la PAD

  1. PAD asintomática: no hay síntomas en la vida diaria, aunque la limitación de la actividad puede ocultarse al paciente para evitar molestias.
  2. PAD crónica con síntomas: aparece dolor o molestia en las extremidades al realizar esfuerzos, que se alivia con el reposo.
  3. Isquemia crónica de extremidades con riesgo de compromiso grave (conocida también como isquemia crítica de extremidades): la obstrucción severa causa dolor en reposo, llagas que no cicatrizan y, en casos avanzados, posible gangrena. Aproximadamente 12 a 20 de cada 100 personas con PAD alcanzan este estadio.
  4. Oclusión arterial aguda: un coágulo sanguíneo bloquea de forma súbita el flujo en una arteria de la extremidad, provocando dolor intenso, piel pálida y fría, hormigueo o entumecimiento. Requiere intervención rápida; menos del 2% de los pacientes con PAD experimentan este estadio.

Es posible que una persona se desplace entre estas etapas a lo largo del tiempo, con empeoramiento súbito de los síntomas o, por el contrario, mejoría con tratamiento adecuado.

Tratamiento y manejo

Cómo se trata la PAD

El tratamiento depende de la extensión de la enfermedad. En etapas iniciales, cuando no hay síntomas o estos son leves, la modificación de hábitos de vida y la medicación pueden ser suficientes. En casos más avanzados o cuando hay riesgo claro de pérdida de extremidad, se requieren procedimientos o cirugía para restaurar o mejorar el flujo sanguíneo.

Medicamentos

  • Antitrombóticos: reducen el riesgo de coágulos. Pueden recetarse antiplaquetarios como clopidogrel o aspirina; en algunos casos se utiliza una dosis baja de rivaroxabán.
  • Vasodilatadores: facilitan la apertura de las arterias para mejorar el flujo sanguíneo. Esto puede permitir caminar más lejos sin dolor. Un ejemplo es cilostal (cilostazol).
  • Estatinas: disminuyen el LDL y protegen contra la progresión de la enfermedad arterial y sus complicaciones.
  • Medicamentos para la presión arterial: reducen el riesgo de infarto, ictus y fallo cardíaco, contribuyendo a un control global de la enfermedad.
  • Tratamiento para dejar de fumar: si se fuma, abandonar el hábito es una de las medidas con mayor impacto para frenar la progresión de la PAD. El médico puede indicar fármacos o estrategias de apoyo para ayudar en la cesación.

Cambios en los hábitos de vida

Una parte fundamental del manejo de la PAD se realiza fuera de la consulta, mediante hábitos que reducen el daño vascular y mejoran la función de las extremidades. Entre las recomendaciones habituales se incluyen:

  • Ejercicio supervisado: la terapia estructurada de ejercicio es una pieza clave. Consiste en sesiones planificadas, normalmente con caminatas progresivas, bajo supervisión. Se busca aumentar la resistencia de las piernas y la capacidad de caminar con menos dolor.
  • Dieta saludable para el corazón: adoptar patrones como la Dieta Mediterránea o la DASH, con abundantes verduras, frutas, frutos secos, granos enteros y legumbres, ayuda a controlar los factores de riesgo como la presión arterial, el colesterol y la diabetes.
  • Dejar de fumar: abandonar el tabaco es uno de los actos más importantes para frenar la progresión de la PAD y reducir el riesgo de complicaciones. El plan puede incluir reemplazo de nicotina, asesoría y programas de apoyo para la cesación.

Cuidados de los pies

El cuidado de los pies es esencial cuando se padece PAD, ya que la cicatrización de lesiones puede ser más lenta y las infecciones son más difíciles de tratar cuando hay flujo sanguíneo reducido. Las recomendaciones incluyen:

  • Revisión diaria de los pies para detectar grietas, ampollas o úlceras.
  • Higiene y secado diario de los pies para mantener la piel sana.
  • Evitar caminar descalzo para prevenir lesiones.
  • Uso de calcetines y calzado bien ajustados para reducir irritaciones y fracturas menores.

El equipo médico puede ofrecer consejos adicionales adaptados a cada persona, ya que una herida menor puede tardar mucho en sanar cuando la circulación está comprometida.

Procedimientos y cirugías

Si los tratamientos médicos y los cambios en el estilo de vida no controlan la PAD o si la angiografía revela oclusiones graves, pueden requerirse intervenciones para restaurar la perfusión sanguínea. Las opciones incluyen:

  • Angioplastia: se abre la arteria estrecha introduciendo un globo que se infla para desplazar la placa; en muchos casos se coloca una stent para mantener la arteria abierta.
  • Aterectomía: mediante un catéter se remueve la placa de la arteria afectada. Es un procedimiento mínimamente invasivo.
  • Endarterectomía: cirugía para eliminar la placa de la pared arterial en una región específica.
  • Bypass periférico: se crea una ruta alternativa para que la sangre circule alrededor de la sección estrecha o bloqueada de la arteria.

Cuándo acudir a su profesional de salud

Cuándo debe consultar

Debe buscar atención médica si nota cambios en los síntomas, si la movilidad diaria se ve afectada o si aparece dolor en reposo en las piernas. También es importante consultar ante la presencia de una úlcera en el pie o el dedo del pie, o si existen factores de riesgo para PAD, incluso sin síntomas claros. La detección temprana facilita intervenciones que pueden evitar complicaciones graves.

  • Nuevos o empeoramiento de los síntomas
  • Dificultad para caminar lo suficiente para realizar actividades diarias
  • Dolor en reposo en las piernas
  • Úlcera en el pie o en el dedo del pie

si existen factores de riesgo para PAD, es razonable consultar aun sin síntomas visibles para explorar la posibilidad de detección temprana. La identificación y el tratamiento tempranos pueden proteger tanto la extremidad como la vida.

Cuándo acudir a urgencias

Busque atención de emergencia si nota que no puede sentir o mover un pie, o si la piel de ese pie cambia de color, aspecto o temperatura de forma súbita. Estos signos pueden indicar una pérdida aguda de flujo sanguíneo y requieren intervención rápida para evitar daños graves.

Perspectivas y manejo a largo plazo

La PAD es una condición de por vida que requiere seguimiento continuo por parte de un equipo de atención médica. Aunque no existe una cura que invierta permanentemente la enfermedad, es posible controlarla de forma eficaz y prevenir su progresión mediante una combinación de tratamientos, ejercicio supervisado y cambios en el estilo de vida. Los objetivos son aliviar los síntomas, mejorar la capacidad de caminar y reducir el riesgo de complicaciones graves como ataques al corazón o accidentes cerebrovasculares.

  • Mantener medicamentos adheridos y seguir las recomendaciones del profesional de salud para reducir la progresión de la enfermedad.
  • Participar en un programa de ejercicio supervisado y mantener una actividad física regular según indicaciones médicas.
  • Evitar el consumo de tabaco y evitar la exposición al humo de segunda mano; dejar de fumar aporta beneficios significativos para la esperanza de vida y la calidad de la vida diaria.
  • Adoptar una alimentación nutritiva que apoye la salud cardiovascular y ayude a controlar factores de riesgo como la diabetes, la presión arterial y el colesterol.
  • Controlar condiciones asociadas como la diabetes, la hipertensión y la hipercolesterolemia mediante tratamiento farmacológico y cambios en el estilo de vida.

La decisión de dejar de fumar se asocia a resultados muy favorables. En personas con PAD, quienes logran dejar de fumar experimentan mejoras significativas en la esperanza de vida respecto a quienes continúan fumando. En términos concretos, alrededor de 86 de cada 100 personas que dejan de fumar tras un diagnóstico de PAD sobreviven al menos cinco años adicionales, frente a aproximadamente 69 de cada 100 personas que continúan fumando. Estas cifras reflejan la magnitud del beneficio de la cesación tabáquica en el contexto de la PAD.

Bibliografía

Autor

Autor Íñigo Aranda Íñigo Aranda Íñigo Aranda es un apasionado de la divulgación en salud y bienestar. Con experiencia investigando hábitos saludables y tendencias médicas, dedica su tiempo a compartir información clara y práctica.